Velázquez no abandona su estilo, planos largos, diálogos apenas audibles porque importan más los gestos, los movimientos, que la palabra. “Aprendí mucho de Iceberg, y sabía hasta dónde podía llegar. Cámara quieta, rodaje en digital y los zoom se realizaron posteriormente: es la ventaja del digital”. Y sin embargo, Ärtico en ningún momento parece una película necesitada de presupuesto, sino que destila verdad. “He contado todo lo que quería. Me gustaba reflexionar sobre cómo la familia se pierde, o al menos no es tan fundamental como hace 30 años. Y sin embargo… estos chavales sin educación, sin familias que les aten y les reconduzcan, se pierden. No hay núcleo, no hay lazos, hay descarriamiento. Esto irá a peor con los recortes en educación, con las nuevas políticas sociales”. De fondo, el habitual cuidado musical del director, su uso del folclore de su tierra marca el tempo de la narración: contundencia visual y sonora, que remata con una hermosa imagen final —mejor no desvelarla— que lleva al espectador de vuelta a la primera secuencia, un montón de palomas que salen despavoridas de su palomar."
"Adolescencia brutal en la España profunda" por Gregorio Belinchón.
Sinopsis: Dos jóvenes “quinquis” salen cada día despreocupadamente a la calle para buscarse la vida con lo que les salga. Pero además de sus cotidianos robos y trapicheos, algo les revuelve en su interior. Cada uno desea lo que no tiene. Simón quiere ser libre. Está harto de vivir rodeado de su gran familia de feriantes, incluyendo a su mujer y a su hijo. Jota no quiere seguir estando solo y lo único que desea es hacer su nido y tener su propia familia, por encima de lo que sea. Mientras tanto, cada día que se juntan, se sienten unos “Robin Hood” y piensan que no tienen nada que perder. Son chavales de la vida real, cuya vida apenas difiere de la ficción, tan solo son ellos mismos moviéndose entre los arrabales y el campo, en las afueras de una pequeña ciudad. (Filmaffinity)
el director Gabriel Velázquez
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