Entre la larga lista de obras de arte expoliadas para satisfacer el afán acaparador de ciertos adinerados coleccionistas destaca especialmente el de las bellas pinturas románicas de una recóndita ermita soriana, arrancadas de su ubicación y dispersas por medio mundo desde hace casi noventa años.
Prácticamente desconocida para los historiadores hasta comienzos del siglo pasado, la ermita de San Baudelio de Berlanga (Soria) constituye uno de los ejemplos más singulares de la arquitectura mozárabe.
Sin embargo, a finales del siglo XIX la ermita de San Baudelio languidecía semiabandonada, y tanto el edificio como las pinturas que contenía permanecían injustamente olvidados.
Fue don Elías Romero, un párroco de la comarca, quien en 1884 envió una carta a las autoridades de Patrimonio solicitando que el recinto fuese declarado Monumento Histórico Nacional, lo que no sucedió hasta 1915.
La catalogación del edificio como Monumento Histórico logró que los estudiosos comenzaran a mostrar interés por la ermita soriana. Por desgracia, el interés por San Baudelio de Berlanga no solo atrajo las miradas de los historiadores, sino también las de otros individuos cuyos intereses eran más crematísticos que científicos.
Fue así como, en verano de 1922, apareció por la zona un anticuario de origen italiano afincado en Barcelona, León Leví, quien actuando en nombre de un coleccionista americano llamado Gabriel Dereppe, manifestó un enorme interés por las pinturas que entonces decoraban el templo.
En un primer lugar, Leví y Dereppe se pusieron en contacto con Mateo Múgica Urrestarazu, obispo de Osma en aquella época, explicándole su interés por las pinturas.
De allí fueron dirigidos al obispado de Sigüenza, diócesis a la que pertenecía el recinto sagrado, y allí el coleccionista americano aseguró al obispo, mintiendo sin pudor, que pretendía sufragar los gastos de restauración de las desgastadas pinturas del edificio.
El obispo debió sospechar de las filantrópicas intenciones del norteamericano, y le informó de que, en realidad, la pequeña ermita no era propiedad de la Iglesia, sino de varios vecinos de la cercana localidad de Casillas de Berlanga.
Una vez localizados los propietarios, Leví y Dereppe declararon abiertamente sus intenciones, llegando rápidamente a un acuerdo de compra en el que, mediante el pago de 65.000 pesetas de la época, obtenían el derecho a llevarse las valiosas pinturas.
Una vez cerrado el trato, Leví se apresuró a realizar la extracción de los murales pero, cuando solo había extraído una parte, las autoridades tuvieron conocimiento de los hechos y enviaron a la Guardia Civil para que interrumpiera los trabajos y confiscara las pinturas ya arrancadas.
Se inició entonces un proceso judicial que se alargaría durante varios años y en el que fueron procesados tanto compradores como vendedores.
En un primer momento, en enero de 1924, todo parecía indicar que prevalecería el sentido común, pues se dictó una Real Orden que obligaba a Leví y a Dereppe a la restitución de las pinturas a su lugar de origen.
Por desgracia, los compradores y los propietarios interpusieron un recurso que se saldó a su favor, pues, aunque una nueva Real Orden obligaba a reponer las pinturas, el Tribunal Supremo revocó parte de esta disposición, reconociendo la propiedad del edificio a los vecinos de Casillas y permitiendo su venta.
Apenas unos meses después, un equipo de especialistas italianos viajó hasta Soria y procedió a arrancar el resto de las pinturas mediante la técnica del 'strappo'. Poco después, un total de veintitrés lienzos partieron rumbo a los Estados Unidos.
Una vez en suelo americano, Dereppe se encargó de su venta a distintos museos, ubicados en Indianápolis, Cincinnati, Boston y Nueva York. Por supuesto, aquella transacción le supuso unos beneficios mucho más jugosos que las 65.000 pesetas entregadas a los vecinos de Casillas.
Mientras, en los muros de la ermita apenas se podían percibir los restos, casi fantasmales, de lo que un día habían sido uno de los conjuntos pictóricos más importantes del románico español.
Finalmente, y como epílogo de esta triste historia, algunas de las pinturas custodiadas en el Museo Metropolitano de Nueva York regresaron a España en 1957, después de que se negociara un intercambio mediante el cual el museo neoyorquino recibía el ábside de una iglesia románica de Fuentidueña (Segovia).
A cambio, parte de las pinturas sorianas descansan hoy en una de las estancias del Museo del Prado, a apenas 200 kilómetros del lugar que les vio nacer.
El rocambolesco periplo de esta joya de la pintura medieval, que algunos estudiosos han calificado como la "Capilla Sixtina del arte mozárabe", ha pasado a la historia como uno de los capítulos más negros de la historia patrimonial de España.
Extraído de "San Baudelio de Berlanga: crónica de un expolio" por Javier García Blanco (Arte secreto, 13/07/2012.
Fuentes y enlaces interesantes sobre San Baudelio:
http://www.luzrasante.com/las-pinturas-de-san-baudelio-i-el-expolio/
http://www.arteguias.com/ermita/sanbaudeliodeberlanga.htm
Completo enlace con las pinturas de San Baudelio e información detallada: http://viajarconelarte.blogspot.com.es/2013/07/las-pinturas-de-san-baudelio-de.html
Infografía de cómo sería San Baudelio vista desde elpresbiterio.
La Asociación de Amigos del Castillo de Berlanga centra sus actividades en la revalorización del espectacular patrimonio de este pueblo y alrededores, y también informa de los avances de un futuro centro de interpretación sobre las pinturas de San Baudelio en su web: http://
Gracias a Daniel Cacho Barrios por la información facilitada para la elaboración y composición de gran parte de la información aquí mostrada sobre San Baudelio.
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