27 ago 2017

Rodrigo Cuevas


- Pero, ¿quién es Rodrigo Cuevas? 

- Soy un agitador folclórico. En realidad el personaje de Rodrigo Cuevas es el propio Rodrigo Cuevas, solo que exagerado, llevado a la enésima potencia.

Cuando se habla de Cuevas (Oviedo, 1985) se monta una buena maraña de conceptos. Electrocuplé, cabaret, tonada glam, bollywood, electropop, pasodoble, asturianadas, folk, una buena tonelada de referencias y descripciones como agitador folclórico, sex symbol de la copla, exponente del movimiento sexyfolk, mezcla de pin up y aldeano astur. Cuevas no es nada de eso y lo es todo a la vez, un crisol con piernas bien torneadas y torso fibroso donde todo esto se revuelve y toma forma. Dice estar influenciado por el glamour de Tino Casal, el humor de Martes y Trece, el desparpajo (y el bigote) de Freddy Mercury, el cachondeo de Lina Morgan. “Pero también mucha gente que no es famosa, gente antigua que voy conociendo por los pueblos de Asturias, y que fabrican cestas o quesos”, dice. 

Hay algo que Cuevas seguro no es: una vedette petarda. Detrás de la fina cáscara de frivolidad y cachondeíto, se encuentra un músico sólido, formado en piano clásico en el Conservatorio de Oviedo y especializado en la Esmuc de Barcelona en Sonología. Después se hizo profundo estudioso de la etnomusicología, es decir, del estudio de las dimensiones culturales o sociales, etc, de la música. Cuando agarra el pandero cuadrado y canta a capella una canción de los vaqueiros de alzada, una tribu de ganaderos nómadas que conserva sus costumbres ancestrales en las montañas de Asturias, se le pone a uno la piel de gallina. "Me interesa la relación de la música con los seres humanos, los diferentes folclores y músicas del mundo. Desde los ritmos tribales hasta las músicas tribales contemporáneas", explica. 

El artista vive en profundo contacto con la tierra, entre Asturias y una pequeña aldea de Pontevedra llamada Barbeira de Arriba, de unos quince habitantes, donde comparte existencia con la burrina Sofía, una pita, dos perros y dos gatos. “Tenía dos ovejas, pero me las mató un lobo”, cuenta algo compungido.


Rodrigo Cuevas con su burra Sofía.







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