Cristina García Rodero, Puertollano (Ciudad Real) 1949
¿Qué te llevó a la fotografía a pesar de haber estudiado pintura?
Durante
la época en que fui estudiante era un instrumento más, fue al salir de
la facultad. Tuve dos becas, una en Florencia que tuvo muchas
consecuencias, porque iba a aprender y no aprendía, y eso me produjo una
gran desazón. Era muy joven e inexperta, creía que iba a ir a una buena
escuela y la desesperación de ver que no aprendía nada me impulsó a
salir a la calle a fotografiar, me hizo meterme en las huelgas, que en
Italia eran casi todos los días y aunque ellos decían que eran
peligrosas, para mí eran suaves comparadas con las de Madrid. Me hizo
también tener mucha añoranza de España y pensar “con todo lo que yo
podría hacer en España”, entonces pedí una beca a la Fundación Juan
March y me la concedieron. Esa beca fue la que cambió mi vida, porque la
pedí para un trabajo general, pero cuando conocí lo que eran nuestras
fiestas populares, decidí que era lo que quería hacer. La riqueza y
contenido de imágenes que te da la fiesta fue lo que me desvió, no la
fotografía, sino el tema que encontré, que me interesaba, que no estaba
hecho y me sentía en la obligación de hacer, de no permitir que solo se
conocieran cuatro fiestas importantes con las que el gobierno quería dar
una imagen turística del país y, sin embargo, estas fiestas llenas de
contenido, tan diferentes unas de otras y con todo el significado que
tienen, estaban ocultas. A pesar de lo joven que era, desde el primer
momento decidí que quería hacer un libro y una exposición, y tarde 15
años en hacerlo porque cada vez iba encontrando cosas más interesantes y
me parecía que quedaban otras por descubrir. En ese sentido fue un
placer. Ahora te metes en Google y te sale todo, horarios, hoteles que
tienes cerca… pero cuando yo empecé, no; la falta de información y las
carreteras fueron lo peor.
¿Siguen vigentes esas imágenes? ¿Cómo percibes que ha cambiado España?
Creo
que ha cambiado mucho. Cuando comencé ya sabía, porque era muy obvio,
que aquello iba a cambiar y que muchas iban a morir. Lo que creo es que
se han transformado. Algo que era muy depreciado, como era la cultura
popular, se asociaba a la ignorancia, cuando para mí es la sabiduría del
pueblo. Desde que se crearon las Comunidades se dieron cuenta que eran
sus raíces. Ahora se protegen, se valoran, hay información; recuerdo que
antes en algunos casos era la primera vez que iba un fotógrafo, ahora
están los vídeos, los teléfonos, las televisiones autonómicas, locales…
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