"el filandón" de José María Martín Sarmiento, 1985.
Vi por recomendación de un usuario de los clásicos de FA una película realmente curiosa e iconoclasta. Caben más adjetivos. Porque El filandón es una película que aúna de manera muy original cine y literatura. Bien, ha habido miles y miles y más miles de adaptaciones literarias en el cine, pero en esta ocasión es especial porque hay una integración total de libro-autor e historia. Hasta el punto de que los propios autores de los cuentos y relatos en los que se basa El filandón participan de manera activa en la actuación de la película. Escritores como Luis Mateo Díez o Julio Llamazares, entre otros, tan ligados a la tierra en la que se desarrollan esas tramas (León y la zona del Bierzo) se atreven a poner voz y cualidades interpretativas incluso.
El filandón trata de cinco historias que se desarrollan en un ambiente rústico, rural, surreal, misterioso y alejado del mundo de Dios. A mitad de camino entre la realidad y la ficción, se sirve con leyendas y tradiciones orales y escritas, recogidas por la pluma de los escritores adaptados. Me ha recordado El filandón a una especie de corriente que tuvo lugar a mitad de los años 80 y posteriores de películas, ya fueran para cine o televisión, en las que se daban la mano una serie de características y elementos comunes, en al forma y en el contenido. Todas surgían de esas adaptaciones literarias. Cito, de esta forma, a Alfredo Castellón y su Las gallinas de Cervantes; a Basilio Martín Patino y su La seducción del caos; y, evidentemente a este Martín Sarmiento y El filandón. Diez años antes inauguraba esta tendencia El pícaro, si se me apura.
Unas veces coinciden con El filandón por temática (surrealismo, humor socarrón del Bierzo, ruralismo, erotismo velado, terruño) y otras por su evidente conexión con la literatura, clásica o contemporánea. En unos casos mandan la primera y en otros manda la segunda. O ambas a la vez. Pero, precisamente por estos dos elementos indisolubles a veces, son diferentes a adaptaciones típicas de aquellos años, véase Fortunata y Jacinta, los gozos y las sombras o Cañas y barro. Aquí hay naturalismo también, pero igual hay socarronería, realismo ficción e incluso docu-drama . Cabe citar, de la misma manera, aquel coetáneo y precursor del reality de actualidad, Vivir cada día. Sí, se trataba de una época de intensísima creatividad.
A su carácter tan apegado a la tierra y la realidad le ayuda la actuación de los propios habitantes de aquellos valles y la de los propios escritores. El conjunto hace que El filandón sea una película por descubrir, enmarcada en una época acorde con propuestas innovadoras en el panorama audiovisual español. (Cassavetes, FilmAffinity)
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