Patricia
Milady
Patricia no llega a Santa Eulalia desde la República Dominicana; en Madrid ha dejado una vida dura e insatisfactoria y un matrimonio frustrado con un dominicano. El pueblo es para ella, y para sus hijos, la última posibilidad que le ofrece el sueño occidental del ascenso social y la conquista del bienestar. Dejando atrás una primera experiencia fallida, Patricia conoce a Damián, un hombre respetuoso y trabajador que les acoge en su casa. Con ellos también vive la madre de Damián, que desaprueba esta convivencia y se enfrenta diariamente con Patricia. Poca a poco, sin embargo la relación entre Patricia y Damián se fortalece gracias a la afinidad profunda de sus caracteres, a pesar de que viven dos graves conflictos que los enfrentan y casi los separa: por un lado, Damián acaba enfrentándose a su madre cuando llega el momento de defender a Patricia por el conflicto entre las dos; de otro lado, se establece un conflicto de intereses entre los dos cuando Patricia confesa a Damián la existencia de un matrimonio pasado aún legal. Damián se siente traicionado a la vez que Patricia se esfuerza por explicarle la su condición de inmigrante y las dificultades que de ella se derivan. Finalmente, el esfuerzo de tolerancia de los tres y el compromiso amoroso de la pareja, basado en el respeto mutuo, consigue mantener viva la unión. Muy diferente es la historia de Milady y Carmelo. A pesar de ser inmigrante como Patricia, Milady no tiene nada que ver con ella; joven y sin hijos, llega al pueblo sin orientación ni referentes claros, movida por el afán de abandonar a cualquier precio su país de origen. Carmelo, el hombre que la ha traído desde Cuba, la convierte en un trofeo más, la margina a la reclusión doméstica y acaba por agredirla en un ataque de celos. Milady está de paso por el pueblo, no busca allí más que el aire fresco que cualquier espacio nuevo le puede ofrecer y tarda muy poco en darse cuenta de que su mundo, el mundo deseado, no es ese pueblo perdido, frío y atravesado por una carretera interminable. Finalmente, tenemos la relación entre Alfonso y Marirrosi. Alfonso es agrónomo y vive entregado a su trabajo. Marirrosi viene de la ciudad, donde vive y trabaja confortablemente, huyendo de la soledad urbana. Entre los dos nace una relación sin conflictos sociales ni raciales, equilibrada económicamente. El respeto mutuo y las buenas condiciones personales fructifican en una relación amorosa sólida pero en la distancia, ya que ninguno de los dos renuncia a dejar su espacio propio. Este conflicto no se resuelve positivamente y Alfonso y Marirrosi deciden dejar la relación.
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