9 sept 2012

'Flores de otro mundo' de Icíar Bollaín, 1999.

Patricia
Milady
Flores de otro mundo se acerca a la vida de seis personajes, tres mujeres y tres hombres, que luchan de maneras diferentes contra la amenaza de la soledad. Ambientada en Santa Eulalia, nombre ficticio del pueblo de Cantalojas, situado entre las provincias de Soria y Guadalajara, la historia se obre con la llegada al pueble de una caravana de mujeres que han sido invitadas por los hombres solteros de la localidad. Rápidamente, la trama se concentra en dos mujeres, una dominicana, Patricia, y otra basca, Marirrossi, que simpatizan con dos hombres del pueble, Damián y Alfonso. La tercera relación de pareja que se nos presenta es la de Milady, una joven cubana que deja la Habana y aterriza en el pueblo de la mano de Carmelo, un hombre adinerado que ya ha viajado en otras ocasiones a Cuba. Si bien las tres relaciones nacen de un mismo deseo mutuo, el éxito de cada una de ellas dependerá del encaje que tendrá cada necesidad individual en la homóloga y en el ambiente en qué acontecen estas relaciones: por un lado, cada personaje formula abiertamente sus pretensiones (la trama narrativa nace a partir de un acuerdo, hombres y mujeres que se buscan…) e intenta pactarlas con las de su respectiva pareja; pero, de otro lado, esta negociación sentimental aparentemente equitativa (un hombre y una mujer, Damián y Patricia, Alfonso y Marirrosi, Carmelo y Milady…) está seriamente condicionada por el ambiente, que simbólicamente convierte al hombre en anfitrión pasivo que espera, y por tanto propietario, y a la mujer, en forastera activa que busca. Con estos dos factores en juego, el ambiente y la naturaleza de las necesidades de cada uno, la película pone en relación a tres parejas que a penas interrelacionan -las mujeres inmigrantes lo hacen solidariamente, los hombres sin ninguna habilidad-, pero que pertenecen a un mismo espacio.
Patricia no llega a Santa Eulalia desde la República Dominicana; en Madrid ha dejado una vida dura e insatisfactoria y un matrimonio frustrado con un dominicano. El pueblo es para ella, y para sus hijos, la última posibilidad que le ofrece el sueño occidental del ascenso social y la conquista del bienestar. Dejando atrás una primera experiencia fallida, Patricia conoce a Damián, un hombre respetuoso y trabajador que les acoge en su casa. Con ellos también vive la madre de Damián, que desaprueba esta convivencia y se enfrenta diariamente con Patricia. Poca a poco, sin embargo la relación entre Patricia y Damián se fortalece gracias a la afinidad profunda de sus caracteres, a pesar de que viven dos graves conflictos que los enfrentan y casi los separa: por un lado, Damián acaba enfrentándose a su madre cuando llega el momento de defender a Patricia por el conflicto entre las dos; de otro lado, se establece un conflicto de intereses entre los dos cuando Patricia confesa a Damián la existencia de un matrimonio pasado aún legal. Damián se siente traicionado a la vez que Patricia se esfuerza por explicarle la su condición de inmigrante y las dificultades que de ella se derivan. Finalmente, el esfuerzo de tolerancia de los tres y el compromiso amoroso de la pareja, basado en el respeto mutuo, consigue mantener viva la unión. Muy diferente es la historia de Milady y Carmelo. A pesar de ser inmigrante como Patricia, Milady no tiene nada que ver con ella; joven y sin hijos, llega al pueblo sin orientación ni referentes claros, movida por el afán de abandonar a cualquier precio su país de origen. Carmelo, el hombre que la ha traído desde Cuba, la convierte en un trofeo más, la margina a la reclusión doméstica y acaba por agredirla en un ataque de celos. Milady está de paso por el pueblo, no busca allí más que el aire fresco que cualquier espacio nuevo le puede ofrecer y tarda muy poco en darse cuenta de que su mundo, el mundo deseado, no es ese pueblo perdido, frío y atravesado por una carretera interminable. Finalmente, tenemos la relación entre Alfonso y Marirrosi. Alfonso es agrónomo y vive entregado a su trabajo. Marirrosi viene de la ciudad, donde vive y trabaja confortablemente, huyendo de la soledad urbana. Entre los dos nace una relación sin conflictos sociales ni raciales, equilibrada económicamente. El respeto mutuo y las buenas condiciones personales fructifican en una relación amorosa sólida pero en la distancia, ya que ninguno de los dos renuncia a dejar su espacio propio. Este conflicto no se resuelve positivamente y Alfonso y Marirrosi deciden dejar la relación.

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